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16/11/08

El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) procura atraer a los pentecostales

Domingo 16 de Noviembre del 2008


Por: Dr. Nadir Carreño M.*

2 de Pedro 2:1-3: “Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, como habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente herejías de perdición y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada. Y muchos seguirán sus disoluciones, por los cuales el camino de la verdad será blasfemado. Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda y su perdición no se duerme”.

Efesios 4:14: “Que ya no seamos niños fluctuantes y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error”.

Romanos 16:17-18: “Y os ruego hermanos, que miréis los que causan disensiones y escándalos contra la DOCTRINA que vosotros habéis aprendido y APARTÁOS DE ELLOS. Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino a sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples”.

INTRODUCCIÓN

Por causa del tiempo, en general, seré bastante esquemático y daré pocas citas. Sin embargo, lo que diré no son opiniones personales, salvo algún caso que señalaré expresamente, sino lo que los propios ecuménicos declaran por escrito. El fundamento documental de lo que diré se encuentra en la literatura ecuménica y en el material escrito de que dispone la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF).

Como siempre, me atendré al concepto bíblico de las Escrituras como ÚNICA (no suprema) regla de fe y de conducta, según 2 de Timoteo 3:16-17: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea PERFECTO, ENTERAMENTE INSTRUIDO para toda buena obra”.

Es por esta razón que no podemos entendernos con los ecuménicos que, en general, no aceptan estos principios básicos, fundamento de todo lo que creemos.

A) LA RAMERA O BABILONIA APOCALÍPTICA

Citaré algunos versículos de Apocalipsis 17, que la describen:

“Y vino uno de los siete ángeles… y habló conmigo, diciéndome: Ven acá y te mostraré la condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación… Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata y dorada con oro y adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano, lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús… Y él me dice: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas… Y la mujer que has visto es la grande ciudad que tiene reino sobre los reyes de la tierra”. (versículos 1-2, 4-6, 15 y 18).

La Gran Ramera.
Según este pasaje:

1) Es una organización mundial;

2) Ha seducido a los poderes políticos de la tierra;

3) Ama las vestiduras y las joyas ricas y fastuosas;

4) Está llena de fornicación y suciedad, es decir, no es fiel a Dios y, por lo tanto, a su Palabra;

5) Su característica básica es: CONFUSIÓN;

6) Es sanguinaria, persigue y mata (cuando puede) a los santos; y

7) Tiene su asiento en Roma.

Tengo la convicción firme de que esta organización es la iglesia mundial que quiere el Movimiento Ecuménico, con su centro en Roma y que los acontecimientos mundiales se encaminan en la dirección que se revela en este capítulo 17 de Apocalipsis, salvo que la situación mundial cambiara notoriamente.

En otras palabras, creo que se constituirá una iglesia mundial o ecuménica, encabezada o dominada por la Iglesia Católica Romana (ICR), que esta iglesia apoyará al gobernante ateo mundial que se manifestará durante el período de la gran tribulación, que ese gobernante la halagará y usará como medio para obtener sus propósitos de dominio universal, aunque secretamente la aborrecerá y que, una vez conseguido su propósito, él mismo la destruirá.

Es necesario, en relación con esta identificación de la Gran Ramera, señalar hasta qué punto tanto la Iglesia Católica Romana (ICR) como el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) han sido y son intolerantes y perseguidores.

La Gran Ramera del Apocalipsis 17.

Respecto a la Iglesia Católica Romana (ICR), son bien conocidas las masacres masivas que realizó en Bohemia, los Países Bajos, Francia, Irlanda, etc. Y los actos de su siniestra Inquisición. Éstos no son sólo hechos ocurridos en un lejano pasado. No hace tanto tiempo que se produjo la llamada “violencia” en Colombia, durante la cual un elevado número de evangélicos fue asesinado y sus hogares y templos saqueados e incendiados. Todavía viven muchas de sus víctimas. Hasta ahora mismo, pastores y fieles son asesinados y sus templos incendiados en Chiapas, sur de México, acusándolos de “subversivos”.

Es verdad que el espíritu de los tiempos restringe grandemente la represión sangrienta, pero el espíritu que la ha motivado sigue muy vivo, en formas más sutiles de persecución y discriminación. Para no referirme sino a nuestra patria, encontramos en todos los ámbitos ese espíritu: negativa a cumplir la ley que exige que haya profesores evangélicos en los colegios; negativa de aceptar capellanes evangélicos en las Fuerzas Armadas y otras instituciones públicas; usufructo de caudales públicos para obras estrictamente católico-romanas; erección de estatuas de Alberto Hurtado en lugares públicos, sin tomar en cuenta las creencias y sentimientos de los evangélicos y otros; etcétera.

Por su parte, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) no ha tenido igual oportunidad de perseguir en forma sangrienta, salvo en Camerún, donde creyentes de toda condición, inclusive ancianos, que en algunos casos habían sido los primeros convertidos de su región, fueron expulsados de sus templos, torturados y asesinados, porque se negaban a incorporarse al Movimiento Ecuménico, a lo que quería obligarlos el gobierno. Nunca se oyó que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) hubiera reprobado esta iniquidad.

Pero en lo más sutil, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que tanto habla de justicia y democracia, no difiere de la Iglesia Católica Romana (ICR). Su justicia, tolerancia y democracia es sólo para los que concuerdan con él.

Es conocido el carácter secreto o muy restringido de las reuniones del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Podría multiplicar los ejemplos precisos de esto, en contraste con las reuniones del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC), abiertas para quien quiera asistir. Referiré un solo caso: Cuando se realizó la Asamblea del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), rama latinoamericana del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en la ciudad de Concepción en Chile, asistimos a sus sesiones, porque es nuestra norma informarnos lo más directamente posible de los hechos tal cuales son. Nos limitábamos a sentarnos y escuchar, sin interrumpir, ni hablar con los delegados, ni repartir nuestro material informativo. Sin embargo, cuando se dieron cuenta de que estábamos allí, nos prohibieron entrar. El que no tiene nada que ocultar no actúa en secreto.

Otro ejemplo, éste muy doloroso: Un importante líder ecuménico dijo en una entrevista que la entidad ecuménica que preside tiene “un anhelo de defender la vida y la dignidad, que haya justicia, como preludio de la paz… esa paz tiene que estar precedida por justicia, pan, trabajo, dignidad para todos”. Sin embargo, ese mismo dignatario participó en el encarcelamiento del obispo Carlos Huacani, de Bolivia, en condiciones inhumanas y a pesar de estar dicho obispo muy enfermo. Esto fue conseguido con violencia y valiéndose de la influencia de su institución en las autoridades de gobierno y justicia y con acusaciones evidentísimamente falsas. Sólo fue liberado mediante la intervención de un abogado nuestro y en condiciones de una injusticia flagrante, que todavía le afectan notoriamente. Hay que considerar que Carlos Huacani es un hombre de extracción humilde, de uno de los pueblos aborígenes, pero que llegó a ser profesor universitario por su esfuerzo e inteligencia.

Otro ejemplo: Cuando la Iglesia Presbiteriana de Corea se separó del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), éste le quitó inmediatamente todo apoyo financiero, incluido el que le prestaba para sostener los huérfanos de la guerra. No les importó que esos niños pudieran morirse de hambre, lo que habría ocurrido muy posiblemente, si no es por la ayuda que prestó el Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC) para suplir la urgente necesidad. ¡Hasta allí llegó solamente su “justicia social”!

Primera reunión del CMI en Amsterdam en 1948.

B) EL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS (CMI)

Me referiré al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) sólo en relación con el tema de esta conferencia. Su historia y actual conformación están a disposición de cualquier interesado, tanto en Internet como en la literatura disponible en la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF).

1) Caracteriza al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) su teología liberal, que rechaza la inspiración completa y verbal de las Escrituras y su carácter de ÚNICA regla de fe y conducta;

De este rechazo resulta la negación de la plena y propia divinidad de Jesucristo, de su nacimiento virginal, de su impecabilidad, de su sacrificio expiatorio y substitucional, de la realidad de sus milagros, de su resurrección literal, de su ascensión al cielo y de su Segunda Venida.

En el mejor de los casos la teología liberal declara que estas doctrinas son sólo teorías, tan válidas como sus contrarias, aunque más bien cree que sólo son mitos.

2) Actualmente domina el pensamiento del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) una forma más refinada de liberalismo: la neo-ortodoxia o barthianismo, que se presenta como contraria al racionalismo liberal, pero que llega a sus mismas conclusiones.

La neo-ortodoxia hace declaraciones muy bíblicas en la letra, pero les da a las palabras sentidos completamente contrarios a las Escrituras. Para dejar esto perfectamente claro: un célebre neo-ortodoxo hablaba de la resurrección. Alguien le preguntó qué entendía él por resurrección y su respuesta fue: “Resurrección son las modernas revoluciones sociales”.

Esta teología permite también hacer declaraciones contradictorias. Por ejemplo: “No podemos señalar ningún otro camino de salvación, sino Jesucristo; al mismo tiempo, no podemos poner límite alguno al poder redentor de Dios”. Es decir, sólo por Cristo uno se puede salvar, pero también se salvan los de otras religiones que no creen en Cristo.

De este modo, muchos creyentes ingenuos o mal informados son atrapados en las redes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

3) Desde el comienzo el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha sustentado una posición más sociológica que teológica. No porque sí algunos de sus líderes destacados son sociólogos.

Ésta es una herencia del liberalismo teológico del siglo XIX que, al no tener nada mejor que ofrecer, pues se había quedado sin evangelio redentor, ofreció como substituto el “evangelio social”. Éste es otro evangelio que cae en la condena de Gálatas 1: 6-9: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia de Cristo a otro evangelio. No que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora os decimos otra vez: si alguno os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema”.

Una y otra vez el actual Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Samuel Kobia, igual que sus antecesores e igual que las publicaciones del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), dice que el ecumenismo persigue la justicia, la paz y salvaguardar la integridad de la creación. A esto es a lo que llama “testimonio profético” del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Esto se expresa también en la preocupación por atender a las necesidades humanas (no a la voluntad de Dios dada a conocer en su palabra, la Biblia). El lector puede juzgar por sí mismo, si se considera que lo que se discutirá en la Novena Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), programada para febrero de 2006, en Porto Alegre, Brasil, es:

- “Erradicación de la pobreza;
- Derechos humanos;
- Justicia Social;
- Relaciones con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional”.

Logo de la 9na. Asamblea del CMI en Porto
Alegre, Brasil - 14 al 23 de Febrero del 2006.

En el pasado, los ecuménicos ponían mucho énfasis en la construcción del “reino de Dios”, al que concebían y siguen concibiendo como un orden socialista que elimine la injusticia y la pobreza. Ignoran las palabras del Señor: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36). De hecho, critican mucho a los evangélicos bíblicos y a los pentecostales por su falta de lo que ellos llaman y consideran “compromiso social”.

Nosotros estamos convencidos, y creo que la experiencia nos da la razón, que las luchas sociopolíticas de los inconversos y de los cristianos apóstatas para conseguir la justicia son como una gota de agua en el océano del pecado de todos los seres humanos, que los hace egoístas y orgullosos. No nos mandó Dios a involucrarnos en las luchas del mundo, porque estamos en el mundo, pero no somos del mundo. También ansiamos la justicia y la paz, pero la única manera de obtenerlas es por la conversión, por ser hechos nuevas criaturas por la fe en Cristo, en su sacrificio completo y perfecto por nuestros pecados y por su morada y la del Espíritu Santo en nosotros. Esto transforma al ser humano desde adentro, profundamente y no es una simple máscara o vestidura que oculte la corrupción del corazón. Nuestra contribución a la justicia y la paz es la predicación del único evangelio, el que se da a conocer en la Biblia.

El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) también habla del “evangelio”, pero es notorio que nunca lo relaciona con la Palabra de Dios, porque para él el evangelio no es el poder de Dios para la salvación de nuestras almas, sino su programa sociopolítico de mejora y reforma del mundo.

La salvaguarda de la integridad de la creación que caracteriza al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se refiere a la ecología y por eso en los púlpitos ecuménicos se pueden escuchar predicaciones -en realidad discursos- ecológico-humanistas, que no contienen alimento alguno para el alma.

El mal llamado “testimonio profético” del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es lo que él llama LA MISIÓN dada por Dios a la iglesia. El lector nunca oirá al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y a los ecuménicos hablar de “las misiones”. La misión, para los ecuménicos, es establecer en la tierra un mundo ideal por la acción de la iglesia. La Biblia nos dice que esto es imposible y que tal mundo ideal sólo será posible por la omnipotencia de Dios, cuando Cristo vuelva.

“He aquí que vienen los días, dice Jehová, y despertaré a David renuevo justo y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5).

Con ocasión de la visita de altos representantes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) al recién electo papa Benedicto XVI, Samuel Kobia propuso colaboración en tres puntos: comprensión de la iglesia, espiritualidad y formación ecuménica.

La “espiritualidad” de la cual habla Kobia y muchos otros ecuménicos es sólo una palabra para cazar incautos, porque él mismo la define así: “Es la búsqueda de un fundamento santo sobre el que podamos mantenernos y desde el cual ejercer un efecto multiplicador sobre un mundo que necesita transformación y esperanza”. Ya me he referido al sentido sociopolítico de estos términos. Esta “espiritualidad” no se relaciona en modo alguno con Dios, ni con su Palabra; no consiste en nuestra intimidad con Dios, ni en nuestra obediencia a su Palabra. Lo engañoso del concepto se aprecia bien cuando Kobia habla de los “siglos de espiritualidad viva” de la Iglesia Ortodoxa o cuando dice de Juan Pablo II: “Uno de los más valientes líderes espirituales de nuestro tiempo”.

El Secretario General del CMI, Samuel Kobia habla a las personas durante
la celebración ecuménica en la parroquia católica Nuestra Señora de la
Concepción en el Salvador. A su lado se encuentra un sacerdote católico.

La formación ecuménica se refiere al hecho de que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha dado muchos pasos en dirección de la unidad visible, pero éstos no han llegado o no han sido practicados por las iglesias. Esto revela la gran realidad del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la preocupación de los líderes ecuménicos: ellos tienen interés real y posiblemente entusiasmo por su causa ecuménica, pero el común de los miembros de sus iglesias no los sigue. También son conocidos los problemas económicos que afronta. Esto explica buena parte de su actual estrategia para atraerse al mundo pentecostal y evangélico, lo que podría aportarles el entusiasmo pentecostal y también su dinero, así como el de los “evangélicos” (más bien, neo-evangélicos).

En lo anterior he tratado ya parte de lo que se propone el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), pero su objetivo final, por encima de cualquier otro, es la unidad visible de los cristianos y la constitución de una gran fraternidad humana universal.

Lo primero lo sostienen citando majadera y completamente fuera de contexto Juan 17:21, “Para que todos sean uno… para que el mundo crea”. Si se lee toda la oración del Señor allí se puede notar claramente que:

1) La unidad a que se refiere es como la que existe entre la Primera y la Segunda personas de la Trinidad, es decir, es espiritual;

2) Se refiere sólo a los verdaderos creyentes, los que lo son conforme a las Escrituras; no a los que sólo profesan ser cristianos, es decir, a los cristianos nominales;

3) La unidad espiritual de los nacidos de nuevo no es apreciada por el mundo, más bien la aborrecen. Al revés, la unidad ecuménica visible es entusiastamente aplaudida por el mundo.

Rechazamos terminantemente la unidad ecuménica visible, por ser una falsa unidad, pero debemos ser cuidadosos en mantener nuestra unidad espiritual efectiva con todos los verdaderos creyentes.

Es por su empeño en obtener la unidad visible que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) tiene estrechas relaciones con la Iglesia Católica Romana (ICR). Antes solían ocultar y negar esas relaciones. Ahora las exhiben con mucha publicidad: los dignatarios del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y de la Iglesia Católica Romana (ICR) se reúnen frecuentemente; Kobia ofrece orar por el éxito del pontificado del actual papa; la Iglesia Católica Romana (ICR) es miembro de pleno derecho de dos de las comisiones más importantes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y de otros de sus organismos ecuménicos y participará activamente en la Novena Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Porto Alegre, Brasil, en febrero de 2006. Esto debería ser cuidadosamente evaluado por todos aquellos que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) intenta atraer a su seno. EL Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ES UN CAMINO DE REGRESO A ROMA. En realidad, algunos notables líderes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) sostienen que la Reforma del siglo XVI fue un error y lo lamentan. En este camino de regreso a Roma es notable cómo Samuel Kobia, siguiendo a sus antecesores, exalta a papas y otras personalidades católico-romanas.

El Secretario General del CMI, pastor Samuel Kobia
saludando al actual Papa católico Benedicto XVI.

La constitución de una gran fraternidad humana universal es el objetivo final del diálogo con otras religiones. En el concepto ecuménico, diálogo no es simplemente una conversación o un intercambio de puntos de vista, sino un intercambio de ideas, en que cada parte participa para aprender de la otra y está dispuesta a abandonar parte de sus propias ideas, para llegar a un consenso. De modo que, desde esta perspectiva, el diálogo es alta traición contra el Señor y de la Palabra, quien nos dice: “Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra o por carta nuestra” (2 de Tesalonicenses 2: 15).

Las religiones no cristianas y también las que se llaman cristianas, pero se han apartado de la enseñanza de las Escrituras, están muy interesadas en el ecumenismo y en su diálogo, porque éste se opone a la evangelización genuinamente bíblica y procura impedirla. Así se escucha frecuentemente a los líderes ecuménicos condenar lo que ellos llaman “proselitismo”. Según ellos, respetar las creencias de los demás significa dejarlos en ellas y no perturbarles en lo que creen, lo cual, desde el punto de vista de las Escrituras, significa dejarles en sus tinieblas y no hacer nada para que conozcan el genuino evangelio, que es el único que puede salvarles de la condenación eterna a ellos y a nosotros. Como realmente la mayoría de los ecuménicos no creen que la Biblia es realmente la Palabra de Dios, nos acusan de imperialistas, de soberbios, de creernos los únicos dueños de la verdad, porque predicamos a Cristo y a éste crucificado. Existe una fuerte tendencia humanista, fomentada y apoyada por los ecuménicos, para considerar delito la simple exposición de la Palabra de Dios. En Canadá e Inglaterra han sido encarcelados a lo menos un pastor y un predicador callejero por este supuesto delito. En Singapur no se puede realizar un congreso del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC), porque allí la ley considera que cualquier declaración que exponga los errores de una ideología religiosa o de otra índole atenta contra la convivencia y fomenta el odio. Así va gestándose el mundo del Anticristo.

Vale la pena considerar la declaración doctrinal del Consejo Mundial de Iglesias (CMI):

“El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad de iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador, según el testimonio de las Escrituras, y procuran responder juntas a su vocación común, para la gloria del Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

A primera vista, parece buena y posiblemente podríamos suscribirla, pero el asunto cambia completamente cuando sabemos que el mismo Consejo Mundial de Iglesias (CMI) no se preocupa de la forma cómo las iglesias miembros interpretan esta declaración, lo que queda de manifiesto por la pertenencia de unitarios -es decir, de quienes niegan la trinidad de Dios- al Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

De acuerdo al modo neo-ortodoxo de decir, las palabras suenan bíblicas, pero se las puede hacer significar lo que cada uno quiera. Tenemos que repetirlo de nuevo: no son más que artimañas para cazar incautos o desinformados. Al comienzo, algunos ecuménicos intelectualmente más honestos criticaron y se opusieron a esa declaración.

Algo más que no puedo dejar de decir sobre el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es su doble norma de conducta debida al izquierdismo político, a veces extremo, de sus grandes líderes, que los lleva a una hipocresía evidente. Por ejemplo, habla de la “defensa de los derechos humanos en América Latina durante los años de las crueles dictaduras militares…”, pero nada dijo de las aún más crueles dictaduras comunistas, cuya crueldad y matanzas masivas de seres humanos salieron a la luz a la caída de estos regímenes, caída que fue lamentada por líderes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Aún más: todavía no dice nada de la violación de los derechos humanos y de la persecución de los cristianos en China, Corea del Norte y Cuba actuales. Condenó duramente la invasión de Irak, que eliminó una dictadura sanguinaria, pero nada dijo de las invasiones soviéticas de Hungría y Checoeslovaquia, realizadas para suprimir la disidencia política y la independencia de esos pueblos.

Pastores evangélicos (anglicanos, luteranos, metodistas, etc.)
participan de una reunión ecuménica con sacerdotes católicos.

C) LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA (ICR)

Muy brevemente, la Iglesia Católica Romana (ICR) es fuertemente contraria a las Sagradas Escrituras, entre otras cosas por lo siguiente:

1) Considera a un hombre pecador como único vicario de Cristo, en contra de lo declarado por el Señor, que señaló y envió como único vicario suyo en la tierra al Espíritu Santo: esto es basfemia;

2) Sus conceptos sobre María y sobre los santos no tienen ni el menor apoyo bíblico y aunque lo llamen “veneración” son claramente idolátricos, según Éxodo 20:4-5, que prohíbe inclinarse ante cualquier imagen, de la clase que sea. La Biblia dice que los idólatras no entrarán al cielo;

3) La Iglesia Católica Romana (ICR) le añade a la Biblia, la Palabra de Dios. Le añade los libros apócrifos (elegantemente llamados “deuterocanónicos”), la tradición y el magisterio de la Iglesia. Esto la hace caer en la condenación de Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”; o de Proverbios 30:6: “No añadas a sus palabras, porque no te reprenda y seas hallado mentiroso”; o de Apocalipsis 22:18, “Porque yo os protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro”;

4) Sostiene una salvación sacramental, en la cual el bautismo quita el pecado original y hace hijo de Dios en una forma realmente mágica. Con esto, concuerda Kobia, cuando dice que “En el bautismo Cristo nos ha hecho propiedad suya”. Bíblicamente, el bautismo lo recibimos DESPUÉS que, por la fe, hemos sido hechos hijos de Dios.

El ecumenismo católico-romano ha sido fuertemente sostenido por el papa actual, en declaraciones en que se ha comprometido a trabajar sin ahorrar energías en la RECONSTITUCIÓN de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo. Ha dicho que tiene un compromiso prioritario con la unidad de los cristianos.

Los ecuménicos del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) no pueden ignorar el sentido de la palabra: RECONSTITUCIÓN, ni tampoco esta otra declaración papal: “Querer LA iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad”, porque el ecumenismo católico-romano es muy simple: Vuelvan a mí y así se recompondrá la unidad visible de la iglesia.

La Iglesia Católica Romana (ICR) no puede pensar de otro modo, no puede cambiar, ni negociar, sus doctrinas básicas. Puede expresarlas de modo diferente, pero no cambiarlas en nada. Aceptar un cambio sería destruirse a sí misma. Ella dice: Yo soy LA IGLESIA. No hay otra. Por cortesía puedo llamar iglesias (con minúscula) a ciertas comunidades eclesiales y, también por cortesía, puedo llamar “hermanos separados” a sus miembros, pero sólo yo tengo la plenitud de los medios de salvación.

Por lo tanto, el único ecumenismo posible para ella es el regreso a la Iglesia Católica Romana (ICR) Los líderes ecuménicos del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) están de acuerdo con esto y algunos ya han hablado de reconocer al papa como el primero entre sus iguales y otros se están involucrando crecientemente en la adoración de María, aunque, por supuesto, ni católicos, ni ecuménicos protestantes hablan de adoración, pero eso es lo que realmente es, a la luz de las Escrituras.

Con este fin, la Iglesia Católica Romana (ICR) garantiza, a quienes vuelvan, respetarles sus “tradiciones” y aceptar diferencias en asuntos menores, como el matrimonio de los sacerdotes, por ejemplo.

¿Pueden nuestros hermanos evangélicos, que mayoritariamente han salido de la idolatría y del error católico-romano, darse cuenta de la gigantesca traición de los líderes ecuménicos?


D) LA SEDUCCIÓN ECUMÉNICA PARA LOS PENTECOSTALES

A mi juicio, y esto es sólo una opinión personal, hay tres causas, a lo menos, por las que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) está activamente empeñado en ganar al Pentecostalismo y a los neo-evangélicos para la causa ecuménica:

1) Ellos pueden aportar el entusiasmo y dedicación de que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI). carece. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es un cuerpo de oficiales sin tropa. Los dirigentes tienen convicciones ecuménicas y, en muchos casos, entusiasmo, pero, en general, no la mayoría de los miembros de sus iglesias;

2) Ellos pueden aportar dinero, ya que por años el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha enfrentado una crisis financiera debido a su frondosa burocracia, que ha tenido que ser podada forzosamente. Esto, a pesar de los cuantiosos recursos aportados principalmente por las iglesias nacionales, sostenidas con erarios públicos o estatales;

3) Aunque el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) dice incluir a unos quinientos millones de cristianos, se puede afirmar, sin temor a equivocarme, que no más de unos veinticinco millones -y muy posiblemente menos- de esos quinientos millones son practicantes, que por lo menos asisten regularmente a la iglesia.

Los pentecostales están en la mira del CMI para
integrarlos plenamente al Movimiento Ecuménico y
volverlos a la Iglesia Católica bajo la autoridad del Papa.

Entonces, las muchedumbres pentecostales y los numerosos evangélicos comprometidos pueden aportarle el número de que ahora carece.

A esto se agrega que, por lo menos en América Latina, el número de ecuménicos es verdaderamente exiguo y si mantienen su presencia es por la convicción de unos pocos y por las contribuciones financieras externas. Fui testigo, en la asamblea del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), realizada en Concepción, que de unos ochocientos delegados, no más de unos doscientos cincuenta estaban presentes regularmente en las sesiones.

La búsqueda de los pentecostales por parte del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) viene de antiguo. Emilio Castro, ex Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), metodista igual que Samuel Kobia, dice que ya en su tiempo de Secretario General hubo varios encuentros carismático-pentecostales mundiales.

En Chile, además de las tres iglesias pentecostales que pertenecen al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (dos de ellas desde 1960 y que fueron las primeras iglesias pentecostales del mundo incorporadas al CMI) existe el Centro Evangélico de Estudios Pentecostales, en Concepción, fundado en 1963, que se declara abiertamente ecuménico y que ha participado en reuniones ecuménicas a lo menos desde 1995.

Obispo Ulises Muñoz, de la Iglesia Pentecostal de
Chile, orando en el culto celebrado por ocasión de
la visita del Secretario General del CMI, Samuel Kobia.

En Lima, en 1994, se efectuó una reunión de líderes del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), con cuarenta a cincuenta representantes de iglesias pentecostales, que había sido precedida de un trabajo muy “discreto” (¿o secreto?) de la pastora pentecostal chilena Marta Palma, antigua afiliada al Consejo Mundial de Iglesias (CMI), con iglesias pentecostales.

En Centroamérica, especialmente Nicaragua, existen desde hace bastante tiempo organizaciones ecuménicas, con fuerte presencia pentecostal, a veces mayoritaria, y crecientemente los pentecostales están estudiando en seminarios ecuménicos. En Chile, también, la Comunidad Teológica Evangélica, fuertemente ligada al ecumenismo, ha realizado un enorme trabajo de penetración en el mundo pentecostal, principalmente mediante sus cursos de extensión.

Samuel Kobia dice que algunos pentecostales y evangélicos entienden ahora que trabajan para el ecumenismo cuando participan en organizaciones paraeclesiásticas y actividades interdenominacionales, tales como las cruzadas de Billy Graham.

Más definidamente, del 30 de noviembre al 3 de diciembre del 2004 se reunieron en la sede del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en Ginebra, Suiza, cien representantes de iglesias miembros del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), de la Iglesia Católica Romana (ICR), de iglesias pentecostales y otros, para “buscar maneras más efectivas de colaboración”.

En noviembre pasado (2004), el secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Samuel Kobia, visitó Chile y se reunió especialmente con los líderes y representantes de las iglesias pentecostales afiliadas al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y otras cinco no afiliadas. (Cuando pregunté por esa visita de Kobia a Chile se me contestó evasivamente que era una visita “privada”).

Pastores pentecostales chilenos se reúnen
con el Secretario General del CMI, Samuel Kobia.

Se han realizado muchas otras reuniones de todo nivel entre el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) e iglesias pentecostales en todo el mundo, que no detallo a causa del tiempo, pero la coronación de esta relación la expresa Samuel Kobia así: “…un segundo aspecto (el primero es la participación católico-romana en la Novena Asamblea del CMI) más general en América Latina, se refiere a la apertura de la Iglesia Pentecostal hacia el ecumenismo. El mayor número de iglesias pentecostales miembros del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es de América Latina. Tenemos un buen número de delegados de América Latina que son de iglesias pentecostales y que participan en el Foro Cristiano Mundial. Hace quince años, nadie hubiera dicho que las iglesias pentecostales tomarían parte en el diálogo ecuménico”.

A esto hay que agregar la siguiente afirmación de Marta Palma: “Este acercamiento se da en el marco de un proceso de búsqueda de comprensión del pentecostalismo como una expresión popular protestante que está planteando nuevos desafíos eclesiológicos y pastorales al movimiento ecuménico”.

Para conseguir este acercamiento creciente, los líderes ecuménicos se valen del halago y de la adulación, como la repetida referencia al entusiasmo y dinamismo pentecostal y a su “increíble riqueza”.

También usan “cebos”, como su continua referencia actual al Espíritu Santo, a la “espiritualidad”, al “evangelio en su plenitud” (o completo), a la “sanidad”. Los hermanos pentecostales deberían discernir lo que está detrás de estas palabras y el verdadero sentido que tienen para los ecuménicos. Ya me referí al sentido que tiene para ellos la palabra “espiritualidad”, lo que les permite referirse a la espiritualidad de la Iglesia Ortodoxa o de Juan Pablo II. En cuanto a la “sanidad”, noten nuestros hermanos que siempre lo ligan a la reconciliación. Hablan de sanidad divina y del cuerpo por la fe, pero sólo como introducción destinada a ganarse la simpatía y adhesión de los pentecostales, pero luego pasan a referirse por completo sólo a sanar las divisiones, primero entre cristianos y después en toda la humanidad. Así ocurrió notoriamente en un encuentro organizado en Chile por el CLAI, afiliado latinoamericano del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), sobre “sanidad”.

Tristemente, también compra conciencias el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), pagando viajes a sus reuniones y concediendo becas en instituciones ecuménicas, como el Instituto Ecuménico de Bossey o la Universidad Católica de Lovaina.

E) CONCLUSIÓN ¿QUÉ PODEMOS ESPERAR?

Lamentablemente, el acercamiento desde los tímidos y casi clandestinos comienzos en la década del sesenta del siglo XX, hasta los públicos, abiertos y extensos encuentros actuales, hacen prever que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) tendrá pleno éxito en su estrategia para atraerse a la mayoría de los pentecostales.

Actualmente casi todos ellos expresan todavía su rechazo al Movimiento Ecuménico y son muy sensibles al creciente acercamiento del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) a la Iglesia Católica Romana (ICR).

Muchos creen que a ellos no les puede ocurrir que lleguen a estar involucrados con ese movimiento, con su apostasía y su traición al Señor Jesucristo, que nos rescató al precio de su sangre derramada, pero esto les coloca no en la situación de alerta (que ahora debería ser máxima) sino en un descuido del peligro, como le ocurrió a Pedro: “Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en ti, yo nunca seré escandalizado. Jesús le dice: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mateo 26: 33-34).

Esto es semejante a lo que ocurrió con muchos evangélicos en los primeros años del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Una sustancial mayoría lo rechazaba decididamente, incluido Billy Graham, en países como Singapur, Australia y muchos más, pero ahora casi todos están involucrados en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

También estoy seguro que así como Dios separó para sí un remanente fiel, que seguimos denunciando y combatiendo la apostasía del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y su mundanalidad, así también Dios conservará a un grupo, muy probablemente pequeño, que no doblará su rodilla a este moderno Baal. A ellos les ofrecemos nuestro apoyo, colaboración y simpatía, ya que hemos pasado antes que ellos por esta dura experiencia de tomar el lado impopular y minoritario, pero fiel al Señor.

Les recordamos la Palabra del Señor:

“Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14). (para usar el capítulo favorito de los ecuménicos, pero del cual olvidan todo, salvo el versículo 21);

“No temáis, manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino” (Lucas 12:32);

“Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33).

A quienes están dispuestos a acercarse al Consejo Mundial de Iglesias (CMI), hoy o más adelante, les recordamos la severa amonestación del Señor en 2ª de Crónicas 19:2, amonestación que el rey Josaphat desoyó: “Y salióle al encuentro Jehú, el vidente, hijo de Hanani, y dijo al rey Josaphat: ¿AL IMPÍO DAS AYUDA Y AMAS A LOS QUE ABORRECEN A JEHOVÁ?...”.

Finalmente, transcribiré la Resolución Nº 10, adoptada en el Decimoséptimo Congreso Mundial del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC).

Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC).

SOBRE EL CMI Y EL MOVIMIENTO PENTECOSTAL

El 17º Congreso Mundial del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC), realizado en el Centro de Entrenamiento para Jóvenes del Siglo XXI, de la Iglesia Presbiteriana Bíblica Gloria, de Seúl, Corea del Sur, del 8 al 14 de junio del 2005,

CONSIDERANDO que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) está realizando grandes esfuerzos para seducir a las Iglesias Pentecostales, para que se incorporen al movimiento ecuménico y para llevarlas eventualmente de regreso a la Iglesia Católica Romana (ICR);

CONSIDERANDO que la mayoría de las Iglesias Pentecostales rechaza el ecumenismo y no desea regresar al yugo de la Iglesia Católica Romana (ICR);

CONSIDERANDO que las Iglesias Pentecostales no pueden ingresar al Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC) debido a que teológicamente no pueden aceptar la Biblia como ÚNICA regla de fe y conducta;

CONSIDERANDO que, no obstante, es evidente que hay verdaderos creyentes en las Iglesias Pentecostales; y

CONSIDERANDO que la oposición al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y a su Movimiento Ecuménico requiere la cooperación de los que lo rechazan;

RESUELVE, POR LO TANTO:

a) Exhortar a las Iglesias Pentecostales, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, para que formen un frente común contra el ecumenismo;

b) Ofrecerles toda la ayuda que deseen, de parte del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC), para que se organicen para resistir a la seducción del Consejo Mundial de Iglesias (CMI); y

c) Exhortar a todos los miembros del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC) para que oren al Señor para que él levante los líderes pentecostales que se necesitan para unir sus iglesias en una asociación que pueda resistir efectivamente la seducción del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

El evangelista puertorriqueño Jorge Raschke es uno de lo
pocos predicadores pentecostales que está haciendo frente
a los movimientos apostatas y a las herejías en América Latina, y
por ello es blanco de los ataques del G12 y "Creciendo en Gracia".

NOTA: Este tema fue expuesto en la Conferencia Pública de la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF) de Chile, realizada en la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Chile, el viernes 26 de agosto del 2005.



* El doctor Nadir Carreño Maufras es el actual presidente del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CIIC). También es el vicepresidente de la Alianza Latinoamericana de Iglesias Cristianas (ALADIC). Es pastor de la Iglesia Presbiteriana Fundamentalista Bíblica "Smirna" en Santiago de Chile.

Sitio Web de la Iglesia Presbiteriana Fundamentalista Bíblica "Smirna" (Pr. Nadir Carreño):

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