MADRID, España (El País / ACPress.net) Cada vez hay menos entradas emotivas en el altar con novia de blanco y más hijos nacidos fuera del matrimonio. Y están empezando a celebrarse ritos civiles alternativos a los religiosos: acogimientos en los ayuntamientos para los recién nacidos, fiestas de paso a la adolescencia o ceremonias de todo tipo para despedir a los fallecidos.
Los españoles, que aunque no pisaran jamás una iglesia y no cumplieran la doctrina católica, no dejaban de celebrar bodas, bautizos, comuniones y funerales, están perdiendo interés por los sacramentos. Mientras los obispos siguen reivindicando los tradicionales privilegios de los que siempre ha gozado la Iglesia católica en España. Las razones pueden estar relacionadas con varios factores: las alternativas civiles a los ritos católicos se han hecho más atractivas, el divorcio ha supuesto un descreimiento hacia el matrimonio y los jóvenes no han crecido ya en una España católica.
De las 211.818 bodas celebradas en 2006 en España, el 44,2% fueron civiles, según datos del Instituto Nacional de Estadística -en 2000 el porcentaje era del 24%-. Y en cuatro comunidades autónomas -Cataluña, Baleares, Canarias y Madrid-, junto con las ciudades de Ceuta y Melilla, el porcentaje supera el 50%. En el caso de Cataluña, asciende al 62,5%.
Los españoles cada vez se casan menos. La tasa de nupcialidad pasó del 5,72 en 1980 al 4,70 en 2006. Y va aumentando el número de hijos nacidos fuera del matrimonio. En 2005 fueron el 26% del total: 123.938 niños. El porcentaje sube cada año.
Estas cifras nada tienen que ver con los datos de la España franquista y católica de los años setenta, que sólo reconocía los matrimonios eclesiásticos católicos. El civil se consideraba subsidiario y para celebrarlo había que demostrar que los contrayentes no eran católicos. Desde 1981, cada uno, bautizado o no, tiene plena libertad para elegir cómo desea casarse.
Los ritos civiles empiezan a tener su propio glamour. Los novios pueden casarse en decimonónicas salas de ayuntamiento, en un yate, una masía o un pazo, dentro de una corona de flores construida en una playa o en jardines llenos de gardenias a los que acude un juez, concejal o incluso el alcalde para celebrar el matrimonio. Los amigos o familiares leen poemas o hablan sobre los futuros cónyuges.
Bautizos, primeras comuniones y confirmaciones van en retroceso. Y si se compara el número de menores de un año bautizados con el total de nacidos, se observa que el porcentaje de bebés que ingresan en la Iglesia católica pasó del 65% en 2001 al 57% en 2005, ocho puntos en cinco años.
Las ceremonias civiles están sustituyendo a otros ritos católicos como bautizos, primeras comuniones y funerales. Los españoles quieren festejar los momentos importantes de la vida, pero no necesariamente Dios mediante. Muchos ayuntamientos, llevan a cabo "acogimientos civiles", ceremonias en las que se da la bienvenida al mundo al recién nacido, como fue en el Ayuntamiento de Igualada. No hubo ningún voto en contra. Después, el texto pasó al Parlamento catalán, que lo aprobó como reglamento.
El pueblo aceptó la nueva ceremonia, pero no así la Conferencia Episcopal, lo vivió como un ataque a sus ritos.
También hay "comuniones civiles". Para que el niño no católico no se sienta discriminado respecto a sus compañeros, y como celebración de paso a la adolescencia. Y proliferan los servicios alternativos al funeral: cenizas esparcidas en el mar desde una barca, rituales de despedida con música y discursos.
La práctica religiosa está disminuyendo. En 1998, el 83,5% de los españoles se definía como católico. En 2007, la cifra ha bajado hasta el 77%. A pesar del descenso, todavía podría pensarse que España es católica. Sin embargo, más de la mitad de los supuestamente religiosos casi nunca asiste a misa (el 56,2%) y sólo el 17% va a la iglesia casi todos los domingos y festivos, como mandan los cánones, o varias veces a la semana. Se ha pasado de un 79% de católicos practicantes en 1974 a un 24% en 2005.
Según una encuesta del CIS de 2002, el 68% de los ciudadanos "nunca" sigue lo que dice la Iglesia en materia política, el 65% prescinde absolutamente de su doctrina sobre sexualidad y el 61%, de los mandatos sobre relaciones matrimoniales y de pareja. Un 46% define el bautizar a los niños como una costumbre y no como un deber. Y a un 55,6% sus creencias religiosas le preocupan poco o nada cuando tiene que tomar decisiones de mucha importancia.
Alfonso Pérez-Agote, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, señala que estamos ante la tercera oleada de secularización de España. La primera tuvo lugar durante el siglo XIX y hasta la Guerra Civil. La segunda, entre los años sesenta y finales de los ochenta. La tercera oleada estaría desarrollándose en estos momentos.
Los jóvenes nacidos y socializados dentro de esa segunda oleada ya no sienten la religión católica ni como parte de su cultura. Muchos se sienten incómodos con haber sido bautizados y quieren apostatar. Y los rituales eclesiásticos como bodas y bautizos están perdiendo su valor social. Antes, el matrimonio era una legitimación de las relaciones sexuales. Durante los años ochenta empezó a dejar de serlo. La gente no necesitaba una boda para tener relaciones, así que empezaron a casarse cuando tenían hijos. Pero esto también está cambiando y crece el porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio.
Los jóvenes de 15 a 24 años que se autodefinen como agnósticos, ateos o indiferentes son el 46%. Sólo el 10% se considera católico practicante. La religión y la cultura católica pierden fuerza a marchas forzadas en las nuevas generaciones.
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