ISLAMABAD, Pakístan (EFE/ ACPress.net) La masacre protagonizada recientemente por una horda de musulmanes radicales en un barrio de la minoría cristiana de Pakistán, en venganza por la supuesta profanación de un Corán, ha reabierto el debate en el país acerca de la dura legislación por ofensas al Islam que lleva a reacciones fanáticas, desmedidas y salvajes como la producida recientemente.
En Gojra, ciudad en el interior de la provincia nororiental de Punjab, donde el sábado 1 se registraron los disturbios y aún hoy se está de luto oficial, se palpa la tensión, continúan las protestas y las fuerzas de seguridad patrullan el barrio cristiano, cuyos habitantes intentan recuperar las pertenencias que no fueron pasto de las llamas.
En los laterales de los edificios a lo largo de la calle principal se amontonan escombros, muebles destrozados, ventiladores, motores, alambres y utensilios varios que han quedado inservibles, mientras algunas mujeres conversan sentadas sobre esterillas en el suelo.
Al entrar en las viviendas todo está calcinado, las ennegrecidas paredes presentan numerosos pegotes blancos de manchas de ácido y el abrasador calor de casi cincuenta grados contribuye a que las habitaciones desprendan un hedor que se incrusta en las fosas nasales ya desde varios metros de distancia.
Un niño musulmán permanece parado frente a los hogares
quemados de sus vecinos cristianos en la ciudad de Gojra.
Al menos siete personas fallecieron durante el ataque, cinco de ellas calcinadas y dos por disparos, y una veintena resultaron heridas, dos de las cuales murieron recientemente a consecuencia de las quemaduras, según datos facilitados a EFE por las autoridades.
Los atacantes incendiaron casi un centenar de viviendas y desvalijaron y destruyeron muchas otras, con la excusa de que días antes fieles cristianos habían profanado un Corán durante una boda en una población vecina, aunque las primeras investigaciones desmienten esa versión.
LA MUERTE POR OFENDER AL ISLAM
Los disturbios de Gojra han hecho sonar las alarmas sobre la protección de las minorías en Pakistán, donde más del 96 por ciento de la población es musulmana y está en vigor una estricta legislación que prevé la cadena perpetua por la profanación del Corán y la pena de muerte por difamar al profeta Mahoma.
"La ley contra la blasfemia es una desgracia para Pakistán y tenemos que librarnos de ella", afirmó el gobernador provincial, Salman Taseer, durante una visita a la zona, por la que ya se han pasado varios ministros tanto provinciales como federales.
El Ministro Shahbaz Bhatti (izquierda) distribuye cheques
entre los herederos de las víctimas de la violencia en Gojra.
Por el momento, el Parlamento nacional ha aprobado una resolución de condena, se ha abierto una investigación judicial y las autoridades han prometido indemnizaciones para los afectados así como la reconstrucción de sus viviendas.
Pero los cristianos, que representan menos del dos por ciento de la población del país, se muestran escépticos y muchos de ellos no dudaron en recordar la discriminación de que son objeto en un país en el que los disturbios religiosos más frecuentes afectan a los seguidores de las sectas suní y chií, dentro del Islam.
"Tenemos miedo y esperamos que los hechos lleven al Gobierno a aumentar la protección de las minorías y a esclarecer todo lo que sucedió", expuso a EFE el párroco local Shafique, que llevaba un brazalete negro en recuerdo de las víctimas.
MÁS INFORMACIÓN
Pueden ver aquí un video de lo ocurrido en el ataque de la turba a los cristianos en Pakistán(video 3 Mb).
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