Abdu con sus padres Suleman y Semira, quienes también dejaron el Islam y decidieron seguir a Cristo por el testimonio de su hijo. |
ADÍS ABEBA, Etiopía (La Voz de los Mártires / MundoCristiano.tv) Imagine cómo sería si su decisión de seguir a Cristo le hiciera ser despreciado por su propia familia. Pero el poder del amor rompió las barreras y reunió a este hombre con sus seres queridos.
“Abdu” y su padre “Suleman” pasan tiempo orando y estudiando la Biblia juntos. Para algunos eso es un milagro, pues los dos no se hablaron por casi 20 años.
De hecho, el papá de Suleman una vez intentó matarle… a la edad de 16 años, Abdu decidió dejar el Islam y seguir a Jesús.
El camino de fe del joven empezó con una inesperada visita. “Estaba durmiendo y Jesús me despertó. Era como un sueño o una revelación”, comenta.
Abdu le dio su vida a Cristo luego de leer una Biblia prestada. Su decisión enfureció a su familia, porque en su comunidad musulmana dejar el Islam trae desgracia.
“No sabíamos qué creencias tenía. Éramos musulmanes extremistas y estábamos muy molestos. Por eso estábamos en su contra. Nuestros vecinos nos dijeron que era una religión extranjera, lo cual no es bueno, y que lo atacarían y no lo aceptarían”, comenta su padre.
Su madre, Semira, también estaba molesta cuando supo que su hijo se hizo cristiano. “Tenía un profundo dolor en mi corazón porque pensé que había perdido a mi hijo. Creí que no podríamos ser enterrados juntos cuando nuestra vida acabara. Era un gran dolor”, asegura.
Líderes de la aldea trataron de intimidar a Abdu pidiéndole a una pandilla de jóvenes que lo atacaran.
“Mientras iba camino a clases, me encontraron en el camino y me golpearon con una cuerda y me hicieron sufrir. Me preguntaron si era mi decisión final. Si seguía siendo cristiano llegarían hasta el final y me matarían”, relata Abdu.
Aún así, él se rehusó a rechazar a Jesús y su padre se enojó tanto que trató de matarlo. “Lo perseguimos fuera de nuestra casa porque no queríamos estar contra nuestros vecinos. Él trajo cosas distintas al hogar, así que lo sacamos y él se fue a otra aldea”.
Durante sus años en exilio, Abdu trabajó en una iglesia como guarda de seguridad e iba creciendo en su fe.
El leyó más de 100 libros cristianos y empezó a discipular a otros ex musulmanes quienes habían venido a Jesús.
Pero, la madre de Abdu lo extrañaba muchísimo y tras varios años de separación, ella fue a visitar a su hijo.
ACTITUD, UN GANCHO PARA EL EVANGELIO
“Durante seis años había oído que él no tomaba alcohol ni hacía cosas malas. Pero, los chicos que eran sus amigos aquí sí lo hacían. Entonces decidí ir a verlo en secreto”, relata Semira.
Impresionada por los cambios en la vida de su hijo, Semira empezó a considerar a Cristo. Sin embargo, tomó diez años antes que ella también decidiera dejar el Islam y seguir a Jesús.
“Creí que la fe de mi hijo era verdadera y correcta, pero ahora tenía un gran problema con mi esposo. Igual decidí seguir a Jesús y traté de traerlo a Cristo. Le mostramos gran amor y los cambios en nuestro carácter. Esto lo influenció”.
Como un año después, el corazón de Suleman se conmovió bajo la influencia del gran amor de Dios. Ahora, él y el resto de su familia, unos 40 de ellos, son todos cristianos.
Una cabaña en la propiedad familiar es ahora un lugar de adoración al Señor y para oír el evangelio.
“Estoy muy feliz que mi familia se haya acercado a Jesús. Pero, lo que más me emociona es que cerca de la casa donde crecí hay un lugar que se usa como iglesia. Las personas vienen y oran y dan sus vidas a Cristo”, dice Abdu, quien es ahora un misionero a los musulmanes en áreas aún hostiles al evangelio.
Con la ayuda del ministerio La Voz de los Mártires y el ministerio Steadfast Global de Escocia, Abdu supervisa un proyecto de construcción de tiendas para otros seis ex musulmanes que comparten su fe.
“Nuestra forma de atraer personas a Cristo no es solo compartir la Biblia, sino mostrarles gran amor y compartir con ellos, además de mostrarles la buena vida que tenemos en Cristo”, asegura.
Esa estrategia ha sido muy efectiva con miles de musulmanes que responden al evangelio.
En el caso de Suleman, aunque él y su familia son perseguidos por su fe, él dice que no regresará al Islam y anhela la eternidad con el Señor.
“Los extremistas pueden hacer lo peor con nosotros. Su última opción es matarnos. No nos importa si nos matan porque otros creyentes nos enterrarán. Para nosotros, es mejor estar con Cristo que vivir sin Él. No tenemos miedo. Estos días no son una amenaza”, asegura.
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