Viernes 29 de Abril del 2011
Restos del ferrocarril que recorría de Salekhard a Igarka, en Siberia. |
La línea férrea de aquel año fue un proyecto del dictador soviético José Stalin. Respecto a esto, Anatoliy Marichev de la Iglesia Buenas Nuevas comenta: "El plan de Stalin era unir el este y el oeste de Rusia. La línea iba de Salekhard a Igarka. Miles de prisioneros políticos fueron traídos a Salekhard para trabajar en ella".
Entre ellos, el abuelo de Anatoliy Marichev: "Mi abuelo fue considerado un enemigo del Estado. Iba contra la política de Stalin y fue sentenciado a 10 años de trabajo de campo".
ENEMIGOS POLÍTICOS
750 kilómetros al oeste de Moscú, Salekhard es el único pueblo del mundo ubicado en el círculo ártico. La temperatura a veces baja a menos 51 grados centígrados. Era el lugar para enviar a los enemigos políticos de Stalin.
"La mayoría de los campos de trabajo estaban en regiones aisladas del Ártico. Pronto quienes comenzaban a trabajar en la línea enfrentaban las difíciles condiciones", agrega Marichev.
Tras casi 30 años de poder sin paralelos, José Stalin muere a los 74 años. La construcción en la línea se detuvo en 1953 tras su muerte. Pero el daño ya estaba hecho. El abuelo de Marichev murió junto con decenas de miles de prisioneros.
"La gente le llama la 'Línea de la Muerte' porque muchos no soportaron el frío y los bichos". Récords históricos muestran que los cristianos también murieron en los campos de trabajo de Salekhard.
"Tenemos testimonios sobre reuniones secretas de oración. Alemanes del Volga, cristianos rusos del Cáucaso y otros. Oraban por esta difícil región”, dice Marichev.
Restos de la línea férrea que iba desde Salekhard a Igarka, en Siberia. Fue conocida como la "Línea de la Muerte" porque muchos murieron allí. |
ORANDO POR SIBERIA
Hace varios años, Anatoliy Marichev se fue con su familia a Salekhard para honrar la memoria de su abuelo y a los incontables que murieron en los campos de Siberia: "Esos prisioneros oraron para que un día el Evangelio llegara a la gente de estas tierras. Hoy, vemos los frutos de esa oración".
Uno de los frutos es la Iglesia Buenas Nuevas, es una próspera congregación evangélica que se ha levantado en el corazón de la tundra siberiana (espacio abierto y plano del terreno) dirigida por el pastor Marichev.
"La gente se vuelve al Señor en toda la región. Las familias son sanadas. La gente liberada del alcohol y drogas".
La ubicación de la iglesia del pastor Anatoliy es significativa. A inicios de los cincuentas en este mismo sitio, se retenía a cientos de prisioneros políticos y religiosos en campos de trabajo.
"Tener un centro espiritual, una casa de alabanza, en este sitio no es sólo simbólico sino estratégico", expresa Marichev.
En sociedad con la Asociación de Renovación Espiritual, enfocada en llevar el Evangelio a la ex Unión Soviética, el pastor Marichev usa su iglesia para entrenar a la próxima generación de líderes cristianos.
Mykhailo Chernikov supervisa el programa: "Tenemos un programa llamado Escuelas Sin Muros que prepara a jóvenes para el ministerio de tiempo completo. Equipamos, discipulamos y enviamos líderes para alcanzar comunidades remotas en Siberia y toda Rusia".
MISIONEROS EFECTIVOS
La Iglesia Buenas Nuevas también entrena jóvenes como Marina Savchenko, misionera de la vecina Ucrania para ser misioneros efectivos: "Mi anhelo es compartir el Evangelio con las tribus nómadas. Antes de hacerlo, debo entender su cultura. Es donde entra la Iglesia Buenas Nuevas. Ellos han trabajado con esas tribus durante años".
Vista panorámica de la ciudad de Salekhard en Siberia, Rusia. |
Y hablando de tribus remotas, cuando no está ocupado al frente de su rebaño, se encontrará al pastor Marichev atravesando la tundra rusa para llegar a los pueblos nómadas con el Evangelio.
Esta es la única vez en el año en que se puede llegar a esta parte remota de la tundra siberiana porque por donde se camina es un enorme lago congelado.
"Nos tomó cuatro horas hoy viajar menos de 60 kilómetros pero valió la pena. Estas tribus fueron olvidadas. Pero ya no."
Los miembros de su iglesia dan viajes regulares para entregar alimento, ropa y suministros médicos. En este viaje particular, Marichev compartirá la comunión con una familia nómada a la que presentó recientemente a Cristo.
“Estoy muy feliz. Somos los únicos cristianos en este pueblo. Tomar parte en la comunión con otros creyentes es muy especial para mi familia", añade Vladimir de la tribu nómada.
De regreso en Salekhard, hogar de unas 40 mil personas, Marichev extiende la influencia de la iglesia a los huérfanos, la gente sin hogar y quienes viven con VIH/Sida.
El dice que esto es parte del deseo de continuar el legado de los que vinieron antes que él soportando privaciones y persecución para que el Evangelio fuera predicado en Siberia y más allá.
“Es por lo que lucho, las oraciones de esos prisioneros. Creo que el Reino de Dios llegará a los confines de esta difícil tierra por la que nuestros abuelos derramaron sangre y oraron hace mucho tiempo”.
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