TEGUCIGALPA, Honduras (CBN News / Mundo Cristiano) La epidemia del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) ha matado a 25 millones de personas en 25 años. En medio de esta tragedia una clínica cristiana está contribuyendo a mitigar el dolor en un país centroamericano.
Honduras es un pequeño país en Centroamérica, pero cuenta con el 60 por ciento de los enfermos de SIDA en la región. El SIDA es la segunda causa de muerte y para las mujeres en sus años de criar hijos es el asesino número uno.
Por ejemplo, Lorena Ruiz descubrió que era VIH positiva cuando su esposo se enfermó. “Al principio pensamos que no había esperanza, pero después supe que habían tratamientos y grupos de apoyo”.
Lorena encontró cuidado médico en una clínica cristiana llamada “Solidaridad y Vida”. Y lo más importante dijo Ruiz, “encontró un hogar”.
Para muchas mujeres de la clínica, tener VIH significa rechazo en muchos niveles. Aunque es ilegal, muchos empleadores se niegan a contratarlas. Y muchos de sus familiares se niegan a tener contacto con ellas.
Para Lorena, el rechazo de su familia es especialmente doloroso. “A veces ellos admiten que como tengo SIDA me han rechazado. Ellos creen que puedo contagiarlos solo por tocar algo o a alguien”, aseveró esta mujer portadora de VIH.
Lorena dice que quiere luchar para ver crecer a su hijo y verlo convertido en un profesional. “Quiero luchar para verlo crecer y estudiar y ser un hombre exitoso” enfatizó Ruiz.
El doctor Enoc Padilla, fundador de la clínica dice que: “No es sólo lo físico. Lo espiritual es muy importante”. Este galeno fundó "Solidaridad y Vida" con el apoyo de su iglesia.
Padilla se ha comprometido a proveer cuidados completos a sus pacientes para sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. Parte de eso son los grupos de apoyo como este.
Mayra siempre asiste a los grupos de apoyo de la clínica. Como muchos pacientes con VIH ella luchó para encontrar trabajo. “Siempre nos sentidos discriminados”, adujo esta mujer.
Para Mayra Osorio el panorama no es muy diferente aunque ya tiene trabajo no puede conseguir muchas comidas consideradas de primera necesidad. “La leche para nosotros es como estar en el cielo. Es muy cara”, dijo esta enferma de VIH.
La pobreza hace una gran diferencia en la lucha contra el SIDA. Por ejemplo, no es suficiente sólo tener medicinas anti virales, los pacientes también deben tener comida nutritiva con cada tratamiento.
Para el doctor Padilla más del 70 por ciento de los pacientes se preocupan por no tener suficiente para comer. Aunque su presupuesto es reducido, Padilla trata de proveer cuidados adecuados a sus pacientes.
La mayoría de ellos recibe medicamentos contra el SIDA del Gobierno, pero muchos son medicamentos viejos y la clínica tiene poco acceso a los más nuevos y efectivos.
Con pocos recursos estas mujeres saben que enfrentan una batalla de David y Goliat contra la enfermedad. Para ellas la fe en Cristo es lo único seguro.
“Yo creo en el Señor Jesús. Espero vivir muchos años y por eso me estoy cuidando” dijo Mayra.
Según un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) unas 63 mil personas padecen de SIDA en Honduras, esto equivale a un 60 por ciento de los casos en toda Centroamérica.
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