Por: Pr. Joel Sandoval Henríquez*
Cuando la Iglesia de Cristo se halla ido y el Espíritu Santo cumpla otra función, en los aires se realizarán las Bodas del Cordero y el Juicio de las obras de los creyentes, mientras que en la tierra se iniciará el período de Tribulación, manifestándose el Anticristo con todo el mal y corrupción de este mundo en su mayor apogeo y desarrollo.
Este periodo de siete años de horribles sufrimientos y calamidades que se desatará en la tierra se conoce en la Biblia como “Tribulación, la grande”.
Dios Todopoderoso usará estas circunstancias para derramar sus juicios sobre los hombres rebeldes y de duro corazón que rechazan la salvación gratuita que con tanto amor y paciencia ofrece a todo pecador. Estos juicios son descritos en Apocalipsis como plagas representadas por la abertura de siete sellos, el sonido de siete trompetas y el derramamiento de siete copas.
LA GRAN TRIBULACIÓN
Este período de gran dolor y sufrimiento, donde Dios derramará su justa ira, durará siete años. Así lo describe Marcos: “Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.” Marcos 13:19.
Nosotros, que somos la sal de la tierra (Mateo 5:13), el conjunto de todos los renacidos por la sangre del Cordero, que de alguna forma constituimos una muralla de contención, evitando todo el desarrollo de la corrupción, no estando presentes en la tierra y el Espíritu Santo cumpliendo otro ministerio distinto al que ahora desempeña, permitirá que el mal tome todas sus fuerzas y se haga sentir. Además, se cumplirá lo profetizado en Apocalipsis 12:7-12 que señala: “Y fue hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles, y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo, fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Y oí una grande voz en el cielo que decía: ahora ha venido la salvación, y la virtud, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo!”
Del pasaje antes señalado podemos saber que Satanás será expulsado definitivamente del cielo. Actualmente el Diablo y sus huestes de maldad tienen su residencia en el primer cielo, es decir, el cielo atmosférico, desde donde “el príncipe de este mundo” reina y controla los poderes de la tierra: “En que en otro tiempo anduvisteis conforme a la condición de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia.” Efesios 2:2; “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne: sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires.” Efesios 6:12.
En este período, el Dios Soberano derramará su ira y sus juicios sobre los hombres rebeldes y duros de corazón. El cuadro de la tierra durante esos años, presentado en el libro de Apocalipsis, es de dolor, desolación y muerte: guerras, epidemias y hambrunas que causarán millones de víctimas, la atmósfera y las aguas llegarán a estar completamente contaminadas, ocasionando innumerables víctimas; las leyes físicas serán perturbadas ocasionando caos y desesperación.
LA TRINIDAD SATÁNICA
Satanás, la Bestia y el Falso Profeta formarán una trinidad diabólica imitando a la Trinidad divina.
“Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo, fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” Apocalipsis 12:9; “Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia. Y la bestia que vi, era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder, y su trono, y grande potestad.” Apocalipsis 13:1-2; “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, mas hablaba como un dragón. Y ejerce todo el poder de la primera bestia en presencia de ella; y hace a la tierra y a los moradores de ella adorar la primera bestia, cuya llaga de muerte fue curada.” Apocalipsis 13:11-12.
Queriendo imitar a Dios, Satanás creará su trinidad diabólica: el dragón imitará al Padre; el anticristo al Hijo; y finalmente, el falso profeta al Espíritu Santo: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas.” Apocalipsis 16:13.
El Anticristo, quien será judío, se presentará a Israel como el Mesías esperado. Sin duda deberá reunir múltiples cualidades para llegar a ser un estadista genial. Para que Israel lo acepte, este deberá ser un judío, no un gentil: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su propio nombre, a aquel recibiréis.” Juan 5:43.
Satanás otorgará al inicuo (Anticristo) el poder, el trono y la autoridad para que gobierne, oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios y que se adora.
LOS 144.000 SEÑALADOS
Si la Iglesia fiel ha sido arrebatada para estar con Cristo ¿De dónde salen estos 144.000?
Durante la Tribulación continuará la predicación del evangelio en todo el mundo, esta vez a través de misioneros judíos convertidos durante la Tribulación. Al convertirse Israel encontrará su pleno cumplimiento la profecía de Joel, capítulo dos, cuyas primicias fueron recibidas por los creyentes judíos el día de Pentecostés:
“Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones. Y aún también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” Joel 2:8-9. Que esta profecía es para el tiempo de la Tribulación es evidente en los versículos 30 y 31: “Daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo. El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre...”, hechos no cumplidos todavía y mencionados en Apocalipsis 6:12: “Y miré cuando él abrió el sexto sello, y he aquí fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre...”; Mateo 24:29 : “Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas.” Estos pasajes bíblicos corresponden al período de la Tribulación. Una lectura completa de Joel 2 muestra que es una profecía para Israel. El resultado de este derramamiento del Espíritu Santo al fin de los tiempos sobre el pueblo judío es que se levantará un ejército de misioneros dotados del celo, fervor y poder de Pablo cada uno de ellos, quienes llevarán el evangelio hasta lo último de la tierra. Joel 2:32 señala: “Cualquiera que invocare el nombre de Jehová será salvo: porque en el monte de Sión y en Jerusalem, habrá salvación...”. El apóstol Pablo se refiere a esta actividad evangelística con fuertes expresiones en Romanos 11:12, 15: “Y si la falta de ellos (judíos) es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos la riqueza de los gentiles, ¿Cuánto más el henchimiento de ellos?...Porque si el extrañamiento de ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será el recibimiento de ellos, sino vida de los muertos?”.
Además, tenemos los siguientes pasajes bíblicos: “Y oí el número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel: De la tribu de Judá, doce mil señalados. De la tribu de Rubén, doce mil señalados. De la tribu de Gad, doce mil señalados. De la tribu de Aser, doce mil señalados. De la tribu de Neftalí, doce mil señalados. De la tribu de Manasés, doce mil señalados. De la tribu de Simeón, doce mil señalados. De la tribu de Leví, doce mil señalados. De la tribu de Issachâr, doce mil señalados. De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la tribu de José, doce mil señalados. De la tribu de Benjamín, doce mil señalados.” Apocalipsis 7:4-8.
“Y miré, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes. Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno: y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas: Y cantaban como un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de los ancianos: y ninguno podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra. Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no ha sido hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del trono de Dios.” Apocalipsis 14:1-5.
Se trata de misioneros expresamente judíos del periodo de la Tribulación, pues las dos veces que se les menciona en Apocalipsis aparecen asociados a ellos muchedumbres de gentiles convertidos y la predicación del evangelio: “Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas...”De esta muchedumbre se dice expresamente que “son los que han venido de grande tribulación y han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero” Apocalipsis 7: 9, 14. Podemos notar que este pasaje sigue inmediatamente después de los versículos 3 al 8, que describen los 144.000 señalados. Además, en Apocalipsis 14:6, luego de describir a los ciento cuarenta y cuatro mil se dice: “Y vi otro ángel volar por el medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo.”
Estos siervos están mancomunados con el “Cordero” sobre el monte de Sión, Sión terrenal en Jerusalem donde está el poder real del reino. Han sido sellados en sus frentes, pues estos siervos de Dios no han de tener un discipulado secreto. Se trata de israelitas terrenales que viven en el “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:5-7). Como sabemos han cesado las genealogías de las tribus de Israel, pero nuestro Dios sabe bien quienes las constituyen y donde están (Isaías 11:11-16). El hecho ocurrirá cuando se cumplan “los tiempos de las gentes” (Lucas 21:24). En la enumeración de las tribus están omitidas las de Dan y Efraín, probablemente debido a su complicidad con la idolatría (Deuteronomio 29:18-21; 1 Reyes 12:25-30; Ezequiel 48:1-7, 23-29).
La piedad práctica de estos 144.000 siervos israelitas queda demostrada por su separación, en pureza virginal, de la maldad e idolatría que los rodea, su obediencia y discipulado, su redención, su destino y su veracidad al perseverar en la verdad de la Palabra de Dios tanto en profesión como por su forma de vida.
LOS DOS TESTIGOS
“Y volvió el ángel que hablaba conmigo, y despertóme como un hombre que es despertado de su sueño. Y díjome: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelero todo de oro, con su vaso sobre su cabeza, y sus siete lámparas encima del candelero; y siete canales para las lámparas que están encima de él; Y sobre él dos olivas, la una a la derecha del vaso, y la otra a su izquierda...Hablé más, y díjele: ¿Qué significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? ...Y él dijo: Estos dos hijos de aceite son los que están delante del Señor de toda la tierra.” Zacarías 4:1-3,11,14.
“Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos y sesenta días, vestidos de sacos. Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra. Si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos: y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que él sea así muerto. Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren. Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la grande ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los Gentiles verán los cuerpos de ellos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros. Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se enviarán dones los unos a los otros, porque estos dos profetas han atormentado a los que moran sobre la tierra. Y después de tres días y medio el espíritu de vida enviado de Dios, entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. Y en aquella hora fue hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra en número de siete mil hombres: y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo.” Apocalipsis 11:3-13.
Ahora, consideremos los siguientes pasajes: “Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Santiago 5:17-18 (1 Reyes 17:1).
“Y aconteció que yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos: y Elías subió al cielo en un torbellino.” 2 Reyes 2:11. “He aquí, yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.” Malaquías 4:5.
“Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón: mas Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.” Exodo 11:10.
Las diez plagas fueron: Ranas, sangre, piojos, moscas, peste en los ganados, úlceras en hombres y bestias, granizo, langostas, tinieblas, muerte de los primogénitos. “Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterrólo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy.” Deuteronomio 34:5-6.
“Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a usar de juicio de maldición contra él, sino que dijo. El Señor te reprenda” Judas 9.
“Y después de seis días, Jesús toma a Pedro, y a Jacobo, y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto: Y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.” Mateo 17:1-3.
Los pasajes señalados hacen inclinar mi pensamiento a que estos dos testigos o dos olivas sean Moisés y Elías.
Sin embargo, debo señalar que hay otros autores destacados, creyentes sinceros, que sostienen lo siguiente: es imposible que los dos testigos sean Moisés y Elías, pues desde el momento que la Biblia menciona la muerte de ambos, resulta improbable que ocurra con estos dos profetas del Antiguo Testamento, puesto que son hombres glorificados (Mateo 17:3). Estos autores presentan a estos dos testigos como miembros del remanente judío de los últimos días.
LA CONVERSIÓN DE ISRAEL
Los judíos regresarán a su tierra, lo cual profetizó Isaías: “Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová tornará a poner otra vez su mano para poseer las reliquias de su pueblo que fueron dejadas de Assur, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Amath, y de las Islas de la mar” Isaías 11:11. También durante la primera mitad de la Tribulación se reedificará el templo y se restaurará el culto, reanudándose los sacrificios (Ezequiel 40-48). Luego harán un pacto con el Anticristo durante una semana (siete años), denominado el pacto de la muerte: “Porque habéis dicho: Concierto tenemos hecho con la muerte, e hicimos acuerdo con la sepultura; cuando pasare el turbión del azote; no llegará a nosotros, pues que hemos puesto nuestra acogida en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos.” Isaías 28:15; “Y en otra semana confirmará el pacto a muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda: después con la muchedumbre de las abominaciones será el desolar, y esto hasta una entera consumación; y derramaráse la ya determinada sobre el pueblo asolado.” Daniel 9:27, en medio del cual romperán dicho pacto: “No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.” 2 Tesalonicenses 2:3-4, por la pretensión del Anticristo de ser adorado como Dios, por ello Israel le rechazará, quedando invalidado su “concierto con la muerte”. Entonces el Anticristo, “la bestia que sube del mar”, enfurecido buscará y obtendrá el apoyo de “la bestia que sube de la tierra”, el Falso Profeta, para pelear contra Israel y obligarlo a prestarle obediencia. Luego, a través de los sufrimientos y todas las cosas que acontezcan, se convertirán a Dios como nación, en el tiempo de la venida de Cristo profetizado por Zacarías: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre primogénito.” Zacarías 12:10; “Andaré, y tornaré a mi lugar hasta que conozcan su pecado, y busquen mi rostro. En su angustia madrugarán a mí.” Oseas 5:15; “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él.” Apocalipsis 1:7; y nunca volverán a ser arrojados de su tierra: “pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les dí, ha dicho Jehová Dios tuyo.” Amós 9:15; “Y no serán más presa de las gentes, ni las bestias de la tierra las devorarán; sino que habitarán seguramente, y no habrá quien espante; Y despertaréles una planta por nombre, y no más serán consumidos de hambre en la tierra, ni serán más avergonzados de las gentes. Y sabrán que yo su Dios Jehová soy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice el Señor Jehová.” Ezequiel 34:28-30.
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO Y LA BATALLA DEL ARMAGEDÓN
“Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y pelea. Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno entendía sino él mismo. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado El Verbo de Dios. Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes. Y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores...Y vi la bestia, y los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue presa, y con ella el falso profeta que había hecho las señales delante de ella, con las cuales había engañado a los que tomaron la señal de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego ardiendo en azufre. Y los otros fueron muertos con la espada que salía de la boca del que estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves fueron hartas de las carnes de ellos.” Apocalipsis 19:11-16,19-21.
La venida de Cristo es descrita en una visión simbólica, en donde Juan ve “el cielo abierto”. La visión es la partida de Cristo desde el cielo con sus santos ángeles a tomar posesión de su reino en la tierra. Su victoria está representada por el hecho de estar sentado sobre “un caballo blanco”. Su triunfo se basa en el hecho de haber sido fiel y verdadero a la voluntad de Dios de una manera incondicional. Cristo viene a juzgar y guerrear con absoluta justicia, lo cual está simbolizado por “sus ojos como llama de fuego” teniendo total autoridad. Los santos que le acompañan llevan la corona de vencedores. Cristo viene a vengarse de sus enemigos, según surge de su ropa “teñida en sangre”. Su nombre es el “Verbo de Dios”, lo cual lo proclama como Dios y Creador, y también como Redentor; de ahí que tenga el doble derecho de gobernar la tierra como Creador-Redentor. La “espada aguda” es la omnipotente e irresistible Palabra de Dios, con la que creó el universo. Con ella mata a sus enemigos. Jesucristo viene investido de absoluta soberanía real, su dominio es universal. Su nombre, que habla de su realeza y señorío sobre toda la tierra y todos los hombres, le corresponde por derecho, como Creador y Redentor. La designación de “Rey por excelencia y Señor por excelencia” está escrita en su “vestidura” y en su “muslo”, donde habitualmente está la espada.
Al acercarse el fin de estos siete años de terrible tribulación, en donde Israel parezca irremediablemente perdido, sin esperanza, porque muchedumbres incontables de gentes se congregarán para borrarlo de la faz de la tierra, Jesucristo aparecerá con sus santos asentando sus pies sobre el monte de los Olivos de donde ascendió a los cielos (Hechos 1:11). Hoy dicho monte tiene dos picos en donde Jesucristo pondrá un pie sobre cada uno hasta transformar el monte en un gran valle que se extenderá al este y al norte desde Jerusalem, y al sur hasta Jericó y el Jordán.
“Después saldrá Jehová, y peleará con aquellas gentes, como peleó el día de la batalla. Y afirmaránse sus pies en aquel día sobre el monte de las Olivas, que está enfrente de Jerusalem a la parte del oriente: y el monte de las Olivas se partirá por medio de sí hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un muy grande valle; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el mediodía.” Zacarías 14:3-4. El momento será dramático al partirse el monte en dos, lo que probará su poder y autoridad. Aun más, con el resplandor de su venida destruirá la bestia (anticristo) y el falso profeta y el gigantesco ejército de enemigos del imperio mundial.
“Y vi la bestia, y los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue presa, y con ella el falso profeta que había hecho las señales delante de ella, con las cuales había engañado a los que tomaron la señal de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego ardiendo en azufre. Y los otros fueron muertos con la espada que salía de la boca del que estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves fueron hartas de las carnes de ellos.” Apocalipsis 19:19-21.
En aquella magna ocasión “todo ojo le verá”: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él.” Apocalipsis 1:7.
“Entonces se mostrará la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.” Mateo 24:30.
Esta batalla se desarrollará en Armagedón, es decir, “la meseta de Megiddo”, también llamada “llanura de Jezreel o de Esdraelón” (Apocalipsis 16:16).
En este lugar fue donde Barac luchó contra los cananeos y venció (Jueces 4:15-16), allí también Gedeón derrotó a los madianitas (Jueces 7). Allí murió Josías a manos del faraón Necao (2 Reyes 23:29). Siglos más tarde, en el año 1187 de nuestra era, fueron muertos allí, a manos del sultán Saladino, muchos de los soldados de los pertenecientes a las llamadas “Cruzadas”. En 1917, el general inglés Allenby triunfó sobre los turcos. Estos datos y aun muchos más evidencian que aquel lugar llamado Armagedón ha sido un lugar de derramamiento de sangre.
LA GRAN CENA DE DIOS
“Y vi un ángel que estaba en el sol, y clamó con gran voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: Venid, y congregaos a la cena del gran Dios, para que comáis carnes de reyes, y de capitanes, y carnes de fuertes, y carnes de caballos, y de los que están sentados sobre ellos; y carnes de todos, libres y siervos, de pequeños y de grandes” Apocalipsis 19:17-18.
Esta gran cena contrasta con la cena de las Bodas del Cordero. Una denota la gozosa comunión y el glorioso destino de los justos con el Señor. Esta, simboliza la destrucción de los enemigos de Cristo en la tierra. Aquellos que mueran luego resucitarán para condenación (muerte segunda) y serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco.
EL JUICIO DE LAS NACIONES
Luego de vencer al anticristo y su ejército mundial, el Señor juzgará a todas las naciones según el trato que hayan dado a sus hijos durante los terribles días de la tribulación. Este juicio está descrito en Mateo 25:32-46: “Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los aprtará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo: Porque tuve hambre y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; fui huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis, enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí: Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿o sediento, y te dimos de beber?...Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles: porque tuve hambre, y no me distéis de comer; tuve sed, y no me distéis de beber; fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis, enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis. E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.”
Cabe hacer notar que este juicio se realizará al inicio del Milenio donde Cristo reinará con poder y justicia.
El resultado de este juicio será que los que hicieron bien a los perseguidos hijos de Dios permanecerán en la tierra (lo que será el premio de sus buenas obras, teniendo una nueva oportunidad de salvación) y gozarán de todas las bendiciones del reino de paz que el Señor Jesucristo establecerá. Los que persiguieron o se unieron de algún modo a los perseguidores, morirán, perdiendo así toda oportunidad de salvación, yendo, como señala Mateo 25:46, “al tormento eterno”. Debe considerarse que Dios habrá dado abundante oportunidad de salvación a las personas durante este periodo de tribulación, al igual que lo hace ahora con los habitantes de la tierra.
HECHOS POSTERIORES AL JUICIO DE LAS NACIONES
También en aquel momento el Señor resucitará a todos los mártires de la Tribulación, completándose así la llamada “primera resurrección”, iniciada con el rapto de la Iglesia: “Vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús...y que no habían adorado a la bestia...y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección.” Apocalipsis 20:4-5.
Ahora todos los hijos de Dios, los del Antiguo Testamento, los del periodo de la Iglesia y los del periodo de la tribulación, resucitados y dotados para siempre de un cuerpo incorruptible, nunca más sujeto a desgaste ni enfermedad, reinarán con Cristo en su reino terrenal.
En este reino terrenal de Cristo, conocido como el milenio, vivirán las naciones no condenadas en el juicio de las naciones y los salvos por fe en Cristo: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado juicio; y vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían adorado a la bestia, ni a su imagen...y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Apocalipsis 20:4.
El reino de paz que Cristo establecerá será posible, en parte, porque al venir el Señor, encadenará a Satanás, a quien no se le permitirá actuar ni engañar a las naciones: “Vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años; y arrojólo al abismo, y le encerró, y selló sobre él.” Apocalipsis 20:1-3.
Así pues, la Tribulación termina con la Bestia y el Falso Profeta lanzados al Lago de fuego y azufre, Satanás encadenado, los creyentes redimidos por la sangre de Cristo resucitados y reinando con El, quien gobernará sobre una tierra restaurada al estado en que Dios la hizo al comienzo, antes que el pecado produjera el desastre que trastornó todo aquello que Dios hizo bueno en gran manera.
* El pastor Joel Sandoval Henríquez pastorea la Cuarta Iglesia Metodista Independiente en Santiago de Chile. Fue presidente de la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF) de Chile, institución que agrupa a las iglesias evangélicas bíblicas fundamentalistas chilenas que defienden la fe y la sana doctrina ante la apostasía de la mayoría de las iglesias cristianas de la actualidad.
Sitio web de la Iglesia Metodista Independiente de Chile:
www.elmetodista.cl
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