Ex-esclavo Ker Dang. |
Uno de los peores infractores es la nación africana de Sudán, donde el joven Ker Dang narra la historia de su largo viaje hacia la libertad.
Siendo muy pequeño unos invasores árabes saquearon su villa ubicada al sur de Sudán, mataron a los hombres y lo secuestraron a él y a su madre, llevándolos hacia una vida de esclavitud.
“No era una buena vida”, dice Ker en su lengua natal Dinka.
Para el dueño de Ker, su nombre era sinónimo de su trabajo: “cuidador de rebaños”, y cuenta que le dejaban dormir con las cabras, pero que lo hacía atando sus piernas a las cabras para despertar si alguna de ellas trataba de escapar.
Su amo, un hombre borracho y abusivo, le pegaba a menudo, en una ocasión como castigo le restregó chile (picante) en los ojos causándole ceguera.
Ker contó su historia a los legisladores en Washington, y dijo que sus años de esclavitud aún lo obsesionan, “Todos los días esto viene a mi mente”.
Los expertos aseguran que no hay una estimación concreta sobre el número de esclavos en Sudán, debido al desinterés de la comunidad internacional. El propósito de esta audiencia es crear conciencia en el congreso y el público americano usando historias como la de Ker y muchas otras.
John Eibner de Solidaridad Cristiana Internacional afirma, “Seguiremos enfocándonos en este problema hasta que el último esclavo sea liberado”.
Solidaridad Cristiana Internacional rescató a Ker y lo trajo a los Estados Unidos, donde los doctores operaron sus ojos, pero aún no está claro cuanta visión recuperará.
Por ahora, él está concentrado en su madre y muchos otros que siguen bajo la esclavitud, y desea que los Estados Unidos ayuden a su liberación.
Sus rescatadores indican que la esclavitud en Sudán no se limita solo a la libertad física y política, sino también a la religiosa, y que muchos esclavos son cristianos capturados por milicias musulmanas apoyadas por el régimen islámico en Jartún.
“Los hijos de esas mujeres esclavizadas que fueron violadas por sus amos serán musulmanes. No tienen elección”, dijo John Eibar.
Pero Ker, quien era forzado a decir las oraciones musulmanas diarias como esclavo, ahora se identifica con su nueva fe, “Sí, soy cristiano”, y tiene como meta ser como sus rescatadores y liberar a otros sudaneses.
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