PENNSYLVANIA, Estados Unidos (CBN News / Mundo Cristiano) Los viajes misioneros de corto plazo han fascinado a millones de norteamericanos que quieren probar como es el trabajo misionero. Pero los investigadores admiten saber poco sobre su verdadero impacto.
Es un largo viaje desde Pennsylvania hasta Honduras. Pero el doctor Brad Moyer y su esposa Sherri lo conocen bien. Lo han hecho durante años.
“Aquí es donde sentimos que Dios nos ha llamado”, dice Sherri Moyer. Brad Moyer es optimista con la visita “venimos por una semana o dos pero nuestra meta es apoyar el proyecto a largo plazo”.
Trabajan con el proyecto de salud “MAMA”, un grupo cristiano sin fines de lucro. A los Moyer les agrada que el grupo emplea a hondureños. El staff local vigila las necesidades de salud en pueblos remotos y les manda grupos de corto plazo.
En un día típico, los Moyer montan una clínica en el pueblo adonde llegan. Los jóvenes se ocupan de ordenar las pastillas. Afuera los niños que les acompañan juegan fútbol con los niños del pueblo. Otros mezclan cemento para casas cercanas.
En medio del trabajo, el equipo trata de hacer amistad con los hondureños, a pesar de su limitado español.
En este pueblo muchos hacen fila, en busca de ayuda médica del equipo. Pero muchos aseguran que el verdadero valor de estos viajes es que se pueden forjar relaciones de largo plazo y se puede ver el crecimiento personal.
Así lo creé el misionero Ron Musselman. “Aunque tienen muy poco en comparación con nosotros, son iguales. Una sonrisa es una sonrisa. Sonríes, y tal vez no hablas el idioma, pero puedes conectarte con alguien”.
ESCEPTICISMO
Pero los que estudian las misiones cuestionan qué tipo de conexión se puede lograr en viajes de corto plazo. El doctor Steven Ybarrola, del Seminario Asbury sostiene que “ellos actúan normalmente pero pueden ofender a los locales y pensar que comunican un mensaje cuando lo que los otros oyen es algo totalmente diferente”.
Los especialistas están tomando nota del fenómeno de las misiones a corto plazo. Pero también están notando sus deficiencias, como la falta de capacitación transcultural.
“Está dañando al ministerio en cuanto a efectividad. Uno no puede comunicarse bien con personas a quienes no entiende”, dice Brian Howell, de Wheaton College.
Los investigadores saben poco del impacto que tienen estos cortos viajes misioneros en las personas a quienes pretenden ayudar. Tampoco saben cómo estos viajes afectan a los mismos misioneros. Los investigadores quieren saber si los misioneros de corto plazo dan más dinero a las misiones y si llegan trabajar a largo plazo.
MILLONES DE MISIONEROS CADA AÑO
Y como los norteamericanos gastan millones de dólares cada año en estos viajes, muchos cuestionan si valen la pena.
“Me gustaría ver esfuerzos más coordinados y tal vez menos viajes”, afirma la doctora Laura Montgomery, de Westmont College. Montgomery dice que los equipos deben analizar los costos y eliminar desperdicio. Como lo hizo uno de sus colegas.
“El descubrió que el dinero que se gastaba para imprimir el logo del grupo en sus camisetas era suficiente para cubrir los gastos de una clínica en una comunidad durante un año”, añade Montgomery.
Pero la experiencia indica que los viajes bien planeados pueden forjar relaciones de largo plazo y hacer crecer a la iglesia global. Para que esto se logre, los expertos dicen que los equipos misioneros deben someterse a la dirección de los creyentes locales.
Noel Becchetti, del Centro para Misiones Estudiantiles, dice que “en esto pueden ayudar” y hacemos cualquier cosa que ellos quieren que hagamos. No importa si no es lo que pensábamos que se debía hacer, y lo hacemos con una buena actitud y podemos tener así un ministerio”.
Así es como transforman vidas, como la de Brad Moyer en su primer viaje a Honduras. “Tenía 17 años la primera vez que me involucré y sólo fue un viaje de diez días. Hasta la fecha me acuerdo de 1987 como un tiempo decisivo en mi vida”.
Fue cuando cambió el enfoque de Moyer de su pequeño pueblo en Pensilvania, hacia el mundo. El captó la visión de la obra de Dios en un país, y cómo él podía ayudar. Y Moyer espera que la próxima generación también capte esa misma visión.
Se calcula que cada año más de un millón de estadounidenses realizan viajes de corto plazo y logran atraer a muchos al Cristianismo. Sin embargo, quienes reciben al Señor no siempre son discipulados en una iglesia local. Además, quienes realizan estos viajes no necesariamente se convierten en misioneros de largo plazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios deben ser de acuerdo al tema de la noticia o artículo. Comentarios fuera del tema o agraviantes no serán publicadas. Escribir todo en mayúsculas se considera como gritar y además, dificulta la lectura.