El equipo de voluntarios españoles de la ONG Pan y Vida, en una de las calles de la barriada marginal de República Dominicana, durante el censo. |
Esther, decía la chica haitiana que la llevaba en brazos, estaba “maldita” por vudú. Lo cierto es que aquella noche la pequeña parecía agonizar. No abultaba más que un bebé de cuatro meses a pesar de tener ya dos años de vida.
En aquella pequeña casa de poco más de 30 m2 se reunían varios creyentes evangélicos esa misma noche. Se trataba de la casa de Santo y Nicol; él ebanista, ella empleada de hogar. Un matrimonio humilde que compartía el reducido habitáculo con sus cuatro niños, uno de ellos un bebé acogido el pasado año cuando estaba en una situación parecida a la de Esther: desnutrido, debilitado y aparentemente destinado a morir en poco tiempo.
Quizá aquella mujer haitiana hizo caso a los rumores que corrían en el pueblo. “Hay una familia cristiana que acoge y ayuda a niños incondicionalmente” se decía, una oferta de gracia que en la situación de extrema necesidad que viven muchas familias en esta zona suena a último recurso.
Santo y Nicol acogieron por pura compasión a Esther, sin saber muy bien cómo harían para salir adelante. En estas circunstancias llegaban los voluntarios españoles de la ONG Pan y Vida a República Dominicana este verano.
Nicol y Santo. El matrimonio evangélico que lleva el hogar de acogida en República Dominicana, con el primer bebé que acogieron: Moisés, hace un año. |
UN HOGAR DE ACOGIDA
Cuenta Eva Sierra, directora de la ONG, que al conocer la situación de Santo y Nicol decidieron dar un paso al frente. “La familia ya no podía revolverse en aquella casita y acogió por compasión a la pequeña. Ese es el inicio de este proyecto de hogar de acogida: personas con una capacidad de compasión y amor por los más desfavorecidos y una capacidad para compartir lo poquísimo que tienen que a nosotros nos admira y estimula”.
Así que “en total acuerdo con la familia de acogida y la iglesia local” la ONG decidió alquilar una casa. “Es un poco más grande, nada espectacular, pero a ellos les parece un palacio, porque tiene dos habitaciones”, explica Eva Sierra. Allí viven ahora la familia y los dos niños acogidos con ellos, siendo éste “el origen de nuestro hogar de acogida, que aún no tiene nombre oficial pero a cuyo frente están Santo -un magnífico ebanista que trabaja cuando alguien encarga algún mueble- y su esposa Nicol, que ha renunciado a trabajar en el servicio doméstico (su profesión) para poder cuidar a los niños personalmente”.
Además Nicol está trabajando entre mujeres de esa barriada para que aprendan a cuidar bien de sus hijos. Entre ellas se encuentra una madre que tiene cuatro niñas a su cargo y que se encuentra en una situación absolutamente desesperada. “Esas niñas reciben ayuda del programa de acogida de forma externa”, explica Eva. “Pero sabemos que la necesidad es muchísima y que van a aparecer más casos de niños abandonados o en situación extrema, de modo que Santo y Nicol están preparados para recibir a los niños que puedan necesitar su ayuda”.
En cuanto a Esther, en las pocas semanas que estuvieron allí fueron testigos de su recuperación. “Esa nena estuvo conviviendo con el equipo durante unas semanas y ver la progresión diaria que se iba produciendo ha sido algo que no vamos a olvidar”, comenta Eva.
Esther “pasó de no ser capaz de sostener su cabecita a sentarse derecha y firme en pocas semanas -entre otras causas, gracias a los ejercicios de estimulación que Sofía, nuestra voluntaria profesora de fisioterapia de la Universidad Rey Juan Carlos le estuvo administrando-. Vimos cómo se agarró a la vida, qué voluntad tenía de sobrevivir y cómo respondía al estímulo del cariño. Tiene unos ojos enormes y una mirada penetrante que clavaba en todos los que se le acercaban, pero creo que nadie podrá olvidar jamás el día que Esther fue capaz de dedicarnos su primera sonrisa”.
Eva Sierra recuerda ahora, con una nueva perspectiva, las palabras de Jesús: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Hogar de acogida en República Dominicana. |
OPERATIVO MÉDICO Y CENSO
Este verano, la ONG Pan y Vida acudía a las favelas en la zona este del país con dos proyectos: por una parte, varios días de trabajo en dispensario médico, y además con un ambicioso proyecto de censado en las barriadas . Un trabajo en el que participaron, junto a los voluntarios de la ONG, tres estudiantes del campus de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos y dos profesoras de la facultad de Medicina de la misma. Personas “absolutamente entusiastas”, dice Eva Sierra, que “se integraron en el equipo de forma admirable”.
Esta colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos permitió que los estudiantes, además de la experiencia, tuviesen el reconocimiento con seis créditos de libre configuración. En esta ocasión “el número de estudiantes que participaron no es muy elevado” y ello se debe a dos causas, explica Eva. Por una parte, los estudiantes tuvieron que financiarse los gastos del viaje, y la estancia corrió a cargo de la ONG. Además, al tratarse de unas prácticas en medicina al lado de los profesionales médicos voluntarios, el cupo de estudiantes era limitado: dos por cada médico.
La colaboración con la Universidad supone “un reconocimiento importante del trabajo que estamos haciendo en República Dominicana y sabemos que es un gran aliciente para los alumnos con una inquietud social”, explica Eva satisfecha con este modelo que esperan poder perfeccionar y repetir en futuras ocasiones.
El trabajo de censado sirve para evaluar la situación real de la población en favelas como la Luna del Caribe. La intención de este estudio es conocer las necesidades reales que tiene la población en varios niveles (habitacionales, higiénicos, sanitarios, educativos, nutricionales, etc). Gracias a este estudio exhaustivo se podrá hacer una mejor planificación de actuación, considerando las necesidades prioritarias y actuando en consecuencia en el futuro inmediato.
COLABORACIÓN LOCAL
El trabajo de Pan y Vida en República Dominicana se realiza en colaboración con voluntarios locales, tanto personas a título particular como entidades, iglesias y asociaciones. “Es fundamental que la población local a quien se dirige la ayuda esté involucrada y sea no ya partícipe sino, incluso, protagonista”, explica Eva. Porque “primero hay que observar y escuchar a la población local; uno se sorprende cuando descubre la cantidad de recursos que se malgastan en estos lugares simplemente por no escuchar”.
La ONG está colaborando estrechamente con la iglesia evangélica local de la barriada de favelas conocida como Luna del Caribe. “Fue fundamental para poder movernos con libertad y con seguridad por una barriada marginal en la que se notaba demasiado que éramos extranjeros vulnerables”.
ONG española Pan y Vida. |
Gracias a este acompañamiento “no tuvimos ningún problema ni reticencia de la población porque quienes nos acompañaban, los voluntarios dominicanos y haitianos de la iglesia evangélica local, llevan más de 4 años entrando a ayudar incondicionalmente -especialmente a los niños- en ese barrio, de modo que todos sin excepción nos abrieron sus humildes casas y nos hablaron de sus vidas. Incluso nos recibieron personas que están allí de modo ilegal y temían seriamente ser descubiertos”, explica Eva.
Además, la Universidad Nacional Evangélica, con sede en la capital y más de 16.000 estudiantes en varios campus está interesada en colaborar en el proyecto de censado de barriadas marginales con el fin de elaborar programas conjuntos de ayuda, poniendo a disposición de estos programas recursos humanos de entre los profesionales evangélicos dominicanos.
CÓMO AYUDAR
Desde España es posible involucrarse en los proyectos de la ONG Pan y Vida. Por una parte, por medio del programa de apadrinamiento de los niños de acogida. “Es urgente apoyarles. Son niños muy pequeños y lo más probable es que jamás salgan del programa de acogida, ya que son niños abandonados que nadie quiere recuperar, de modo que apadrinar estos niños supone apoyar y acompañarlos durante muchos años”, explica Eva. En este caso hay muchas posibilidades de que el apadrinamiento sea a largo plazo.
Por otra, parte, la ONG ya está haciendo planes para viajar el próximo verano para continuar con el trabajo de censado en las barriadas y poner en marcha un nuevo operativo médico. “Necesitaremos personal sanitario de todo nivel -especialmente pediatra, ginecólogo e internista- pero no únicamente, porque en el censo trabajamos todos y las aportaciones de todos son oportunas”, cuenta Eva Sierra.
También se puede realizar una colaboración económica con los voluntarios, ayudándoles a costear los gastos del viaje. Eva explica que “lamentablemente la inmensa mayoría de los jóvenes no tienen muchos recursos económicos y esa cuestión les impide a muchos participar. Las donaciones económicas son muy necesarias y desde aquí damos las gracias de antemano a aquellas personas que estén pensando en apoyarnos en este sentido”.
Para poder contactar con la ONG pueden acceder a su página en Facebook o enviar un correo electrónico a Eva Sierra (evasierraber@hotmail.com).
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